Zach tiene dieciocho años. Es inteligente y elocuente. También es alcohólico y está en rehabilitación en vez de en el instituto, pero no recuerda cómo llegó allí. No está seguro de querer recordar. Algo malo debe haber pasado. Algo muy, muy malo. Recordar apesta y estar vivo - bueno, ¿qué pasa con eso?
Tengo en la cabeza que cuando nacemos, Dios escribe cosas en nuestros corazones. Mira, en los corazones de algunas personas él escribe Feliz y en los corazones de algunas personas él escribe Triste y en los corazones de algunas personas él escribe Loco y en los corazones de algunas personas él escribe Genio y en los corazones de algunas personas él escribe Enojado y en los corazones de algunas personas él escribe Ganador y en los corazones de algunas personas él escribe Perdedor. Todo es como un juego para él. Para él. Dios. Y todo es bastante aleatorio. Saca su bolígrafo y empieza a escribir en nuestros corazones en blanco. Cuando llegó mi turno, escribió Triste. No me gusta mucho Dios. Por lo visto, yo tampoco le caigo muy bien.